EVANGELIO
Del evangelio según san Mateo (18,12-14):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».
CANCIONES
MEDITACIONES
“La oveja perdida”
por Carlos T.
Somos ovejas del rebaño a las que Jesús llama “uno de estos pequeños”; uno de estos pequeños a los que Jesús abraza en medio de sus discípulos. Porque, Aunque no seamos ya niños, para Dios siempre somos sus hijos. Y el regreso del hijo siempre arranca una sonrisa del rostro de Jesús.
También somos La oveja perdida: continuamente escapándonos del rebaño cuando decidimos ir a nuestra bola (ya sea en la universidad cuando me piden apuntes y me hago el loco, o cuando hablo mal de algún familiar o amigo). El egoísmo conduce a la soledad; y no es de extrañar que la oveja perdida esté sola.
¿Qué hacer para que Jesús nos encuentre si estamos perdidos en la montaña? Dejarnos encontrar. No hace falta gritar o hacer señales de humo; Jesús sabe exactamente dónde estamos.Y lo único que quiere saber es la respuesta a la pregunta que tiempo atrás hizo a Pedro: “¿me amas?”
Y menos mal que Dios tiene una paciencia infinita porque nos lo preguntará cada vez que vayamos por un camino distinto al Suyo. Por eso, también somos la oveja a hombros del pastor: Siempre estamos siendo llevados.
Esto es así y debe ser así. Santa Teresita del niño Jesús no veía otro modo de alcanzar la santidad si no era por medio de Jesús, si no nos dejamos levantar del suelo y ser llevados sobre sus hombros, como el padre hace con el hijo.
Imitándola, discurramos por el camino pequeño del abandono confiado que le llevó a la grandeza de la santidad.
Y De esta manera, como oveja perdida y encontrada, como niño pequeño y débil, reconozcámonos pecadores y digamos a Jesucristo aquí presente: Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero.
“Lo mismo vuestro Padre del Cielo, no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños”
por Borja L.
Señor, ¡Que grande es Tu Misericordia y Tu Amor! Nos quieres tanto que no quieres que nos perdamos, estás dispuesto a ir detrás de nosotros una y otra vez hasta encontrarnos y llevarnos, como ovejitas, a tu redil, a Tu Amistad, a Tu Amor…
Y nosotros Señor…, ¡Cuantas veces nos despistamos, nos perdemos en las cosas de este mundo y nos hacemos los suecos cuando Tú nos llamas…, pero a pesar de eso Señor, Tú nunca te rindes y sigues llamándonos incesantemente hasta que volvemos a Ti.
¡Que no se pierda ninguno! Esta frase también quieres que resuene en mi corazón. Todos estamos llamados en mayor o menor medida a ser pastores, a cuidar de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros de trabajo o de universidad. ¡Que pena sería que se perdieran la gran fiesta que supone estar contigo y ser tu amigo!
Pastor Bueno y Fiel, gracias por seguir buscándonos cuando nos alejamos del camino, gracias por Tu Amor y Misericordia incondicionales. Ayúdame Señor a seguirte siempre, a escuchar Tu Voz que me llama por mi nombre, a no desviarme del camino que conduce a Ti y a procurar que no se pierda ninguno de los que Tú me has regalado.
Santa María, Madre de Dios y Madre Mía, en este día de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y Emperatriz de toda América, ayúdanos a seguir siempre a Jesús y corrígenos con ese Amor de Madre que Tú tienes para que no nos separemos nunca de Él, como Tú hiciste.
¡Que así sea!