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Adoración 24 octubre

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

CANCIONES

 

MEDITACIONES

 

“Tened ceñida la cintura y encendida la lámpara”.

por Rubén V.

Buenas noches, Señor, gracias por traerme a tu lado otro día más. En el evangelio de hoy me dices “ten ceñida la cintura y encendida la lámpara”. También me invitas a estar alerta y en vela esperando Tu voz.

Cuántas veces vivo mi fe creyendo que me salvo haciendo muchas cosas, y cuántas otras confiando en que eres eternamente misericordioso y que el que me salva eres Tú y yo no tengo que hacer nada. ¡qué dos maneras de pensar tan equivocadas!

Jesús, a través de tu palabra me enseñas a vivir mi fe, queriendo que trabaje codo a codo Contigo y no haga lo que me dé la gana.

Señor, pienso que para parecerme más a ti y trabajar contigo tengo que hacer muchas cosas. Pero hoy me invitas a arrodillarme y servirte, pues sólo creceré Contigo siendo humilde. Necesito menguar para que Tú crezcas, dejar de llevar las riendas de mi vida para que las puedas llevar Tú, perder mi egoísmo y mi soberbia, y así mi única fuerza serás Tú.

Dame la gracia de arrodillarme ante ti. Tú me conoces y sabes que por mí mismo no lo consigo. Quiero ponerme a tus pies para que crezcas en mí y llegue a ser feliz sintiendo cómo cubres los vacíos y heridas de mi corazón con Tu Sangre llena de amor.

Ayúdame a recibirte limpio y arreglado como el siervo que espera a su amo, o la esposa al esposo. Tú sabes que muchas veces mancho y rompo el vestido, pero con Tu Misericordia lo limpias y lo renuevas.

Señor Jesús, también quieres que tenga la lámpara encendida, con la llama de la fe, el amor y la esperanza. Soy consciente de que muchas veces apago la lámpara con mis caídas y mis debilidades. Por ello Te ruego que me ayudes a mantener esa llama encendida, ya que si camino solo la termino apagando.

Muchas veces no te puedo ver por la oscuridad de mi pecado o del pecado del mundo. Ayúdame a verte en mí, en la gente y en todas partes, porque necesito oír tus palabras y encontrarte.

Gracias por enseñarme que sólo siendo humilde puedo vivir plenamente mi fe.

Señor, quiero ceñirme y tener la vela encendida para estar preparado cuando Tú quieras hablarme.

 


“Os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo uno a uno”

por Ignacio O.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes y te adoro con profunda reverencia.

Siempre lo mismo Jesús, tu, siempre tu, siempre en medio. ¿Cómo lo haces? Esta vez como tantas otras, nos enseñas como el primero es el último, como el Señor es el servidor, como el más grande se hace el más pequeño.
Mira Jesús, miranos. A cada uno de nosotros. Volvemos después de una semana a disfrutar otra vez de este rato contigo, a aprender como hacernos pequeños. Con todo lo que vengo: cansancio, enfados, frustraciones, alegrias… Yo también quiero dejar mis cosas para hacerme el servidor de todos. Dejarme de tonterias y centrarme en lo que más importa; en tu ejemplo de servidumbre.

Nunca nos pides nada que tú no estés dispuesto a hacer primero. Por eso te pido que me enseñes, que nos enseñes a vivir sirviendo. Que no dependa del trabajo, de las clases, de la situación; que esté siempre dispuesto, a cualquier hora, en cualquier momento y a cualquier tarea, que me centre en el cómo lo hago y sobre todo en por quien lo hago. Por ti.
Recuerdo aquella anécdota de la Madre Teresa en la que un periodista norteamericano la vio atendiendo a un enfermo con heridas hediondas y repulsivas, diciendole que él no haría eso ni por un millón de dólares.”Por un millón de dólares tampoco lo haría yo” responde la Madre.

Hoy queremos Jesús escribir, marcar con fuego en nuestros corazones los nombres de todas las personas que nos encontramos, con la misma importancia y el mismo lugar.

Que aprendamos a estar dispuestos a todo. A cualquier cosa en cualquier momento.

Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad.

 

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