Saltar al contenido
Seminario Conciliar de Madrid
  • ¿Quiénes somos?
    • El rector y los formadores
    • Los seminaristas
  • Día a día
    • ¡Ven a adorarle!
    • La revista
    • Nuestra Biblioteca
    • Cine-Sala Toribio
    • Café y Compañía
  • La Vocación
    • Grupo de discernimiento vocacional
    • Testimonios de seminaristas
      • El Fotomatón
    • Testimonios de sacerdotes
    • Preguntas y respuestas
  • Contacto
  • Ayúdanos
Búsqueda en el sitio

03 de marzo de 2020

Evangelio Mateo 6, 7-15

“Vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis”
Por Álvaro de la C.

Jesús, amigo mío, gracias.
Gracias por enseñarnos a rezar, gracias por llevarnos a tu Padre, al Padre, a nuestro Padre.
La realidad Señor, es que no sé que decirte, no sé que pedirte. Pero vengo ante ti con la confianza y la alegría de que Tú si que sabes lo que quiero, lo que verdaderamente deseo, lo que necesito. algo que no sé pedirte, Señor, algo que me da miedo pedirte porque temo, porque no sé, porque solo soy un pobre pecador que muchas veces va dando tumbos por todas partes hasta encontrarte.
La realidad Señor es, que Tú me amas más allá de todo lo que hago y dejo de hacer, que deseas para mí lo mejor y me vas a ayudar y dar la mano a lo largo de todo el camino incluso cuando no te vea y me sienta perdido.
La realidad Señor es, que me pides que confíe y veo tu mano, pura y bella y oigo tu voz que me llama pero tengo miedo y hablo, y hablo y miro para atrás atado por tantas cosas que me alejan de ti: cosas, personas, voces…
Y la realidad Señor es que Tú eres el protagonista, que tu me coges de la mano y me llevas y me atraes hacia ti, hacia Tu Padre y su inmenso amor y me dices:
calla, no temas, estoy contigo, calla y escúchame.

“Padre nuestro”
Por Miguel M.

Esta noche, Señor, nos enseñas que rezar no es decir muchas palabras para rellenar el silencio.
Rezar es tratar de amistad a solas, como dijo santa Teresa, con quien sabemos nos ama. Tan sencillo
como saberse hijo de Dios, ¡hijos del Padre!, en el Hijo, porque somos templo del Espíritu Santo.
Por eso esta noche, postrado ante ti, en el silencio, quiero contemplarte mientras medito estas
palabras que una vez escribió un enamorado de la Eucaristía. Su nombre es Tomás de Aquino.

Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al
contemplarte.
Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
pero basta con el oído para creer con firmeza.
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más verdadero que esta palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la divinidad,
pero aquí también se esconde la humanidad.
Creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás,
pero confieso que eres mi Dios.
Haz que yo crea más y más en ti,
que en ti espere, que te ame.
¡Oh memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que da la vida al hombre.
Concédele a mi alma que de ti viva,
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, bondadoso pelícano,
límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre:
de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo
entero.
Jesús, a quien ahora veo escondido,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro ya no oculto,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

Seminario de Madrid

Seminario de Madrid

¡Síguenos en redes sociales! →

facebook-logo   logo-youtube   logo-de-insta

Tema por Colorlib Funciona con WordPress