“Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada”
por Jorge B.
Señor, aquí seguimos como María a tus pies. Porque eres la mejor parte que podemos haber conocido, a la que tu Santo Espíritu nos ha llevado a querer seguirte lo mejor que podamos, y descansar este martes en ti.
En medio de lasiicaracterística de nuestra vida de discípulos: el discernimiento. Escoger lo que más nos conviene y favorece, la mejor parte, con libertad, más allá de la simple capacidad de elegir entre varias cosas. Más allá del deseo o la prisa o gravedad de los acontecimientos. Porque es mi vida y mi deseo de cosas grandes y felices que nos gustaría ir concretando. Lo que tú quieres, lo que más nos hace bien: cumplir tu voluntad, tu plan para mí.
Porque es verdad que no siempre es fácil, que nos pude el activismo, el ritmo de fuera en el mundo, que vivimos muy metidos en nuestro yo y a veces, sutilmente, acomodados y dueños de nuestras capacidades, creemos que depende de nosotros, o que yo lo puedo todo. Lo difícil a veces no está entre lo bueno y lo malo, que está más claro. Lo más complicado de afinar es entre las cosas buenas… y es que hay prioridades. “Hacer, pensar, elegir, descansar” o… estar con el Amigo.
Ya sabemos que entre las prioridades, tú quieres y la lías para que llegues a ser la mía. Nos quieres para ti, en lo cotidiano de cada día, en lo más íntimo o con los amigos, en las buenas y cuando se acercan las decisiones o los problemas. El caso es que nos quieres a cada uno. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” ¿Os acordáis? Eso es lo quieres de mí, de ti, de cada uno de vosotros. Gracias Señor, por poner tu mirada en mí.
Por esto te pedimos, a ti, nuestro Señor, aquí presente: que nos mandes tu Espíritu, para con su luz conocer tu voluntad, lo que nos conviene y tú sabes perfectamente. Y que nos conceda su fuerza para, una vez esclarecida, poder cumplirla.
Podemos hacerlo al empezar el día, nuestras actividades y trabajo, cuando se avecinan tiempos de tomar partido o decidir en serio. En lo más cotidiano y en lo más importante: dame luz para conocer tu voluntad, y fuerza para cumplirla.
“UNA MUJER LLAMADA MARTA LE RECIBIÓ EN SU CASA”
por Quique A.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, que me amas.
“Marta le recibió en su casa”. ¡Que sorprendente, Señor, es verte entrando en el hogar de tanta gente! Para un judío comer en casa de otro era signo de gran confianza y amistad. Tú, Jesús, no rechazas a nadie. Comes con fariseos, publicanos y pecadores; con todos quieres compartir tu tiempo y tu vida. Así vas Tú esperando a que Te invitemos, mendigando la amistad de los hombres.
Pienso como también entraste por primera vez en mi casa, en mi corazón, en mi vida el día de mi bautismo. También entras cada día con fuerza en la Eucaristía cuando puedo recibir toda tu persona.
Pero, al igual que a Marta no le valía solo con abrirte las puertas de su casa para que Tú pudieras llenar su vida, tampoco basta con que yo te reciba de forma externa y rutinaria. Tú quieres, Señor, que no solo te reciba si no que te acoja. Enséñanos, Jesús, a recibirte como nuestro Señor y no como un invitado más. Lavamos con tu perdón para que nuestra casa esté bien preparada. Que cada día de este curso, creciendo amistad e intimidad contigo, podamos oír con más claridad como nos dices: “No temas, Yo estoy contigo”.