EVANGELIO
Del evangelio según san Mateo (18,12-14):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».
CANCIONES
MEDITACIONES
“Si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado”
por Arsenio F-M.
Señor, cómo me cuesta reconocer mi debilidad. Quiero aparecer ante el mundo como una de las noventa y nueve ovejas dóciles, obedientes, cumplidoras, pero con cuánta frecuencia veo que me salgo del redil. Señor, casi en el ecuador de este Adviento quizá esté un poco extraviado y necesite que me encuentres. Hoy nos grita el profeta Isaías: “preparad el camino al Señor”. Queda poco para la Navidad y tenemos que prepararnos.
Materialmente seguro que ya lo estamos: sabemos dónde cenaremos, qué comeremos, con quién nos reuniremos, hasta qué cosas compraremos. Pero qué poco cuidamos lo espiritual. Por eso te pido que prepares mi corazón quitando todo aquello que es vacío, que es inútil, que me sobra, eso en lo que consumo tantas energías y que no me hace feliz ni me llena. Me sobra superficialidad, afán de protagonismo, crítica, queja, vivir para la fachada.
Ayúdame a dejarte más espacio en mi vida, para que no tenga que decirte con mis obras lo que te dijeron aquella noche con palabras: “no hay sitio en la posada”. Esas noventa y nueve ovejas son los buenecitos, los que se creen que todo lo hacen bien, que no pueden mejorar, que están encantados de haberse conocido. Creen que no te necesitan. Pero tú llamas a los que reconocemos que tenemos errores, equivocaciones, miserias, a los que metemos la pata. Solo quieres que tengamos la humildad de pedir perdón. Perdóname Señor por entregarme a medias, por pactar con la mediocridad, por ser tan flojo, por rezar mal, por no vivir bien la Misa, por estudiar de cualquier manera, por ser indiferente a los que tengo a mi lado. Te pido que nunca use mis pecados como excusa para no acercarme a ti. Buscas a la oveja extraviada. Me buscas. Y te alegras cuando me encuentras. No eres el Dios justiciero, opresor, exigente que tantas veces hemos predicado. Eres el Dios al que se le conmueven las entrañas cada vez quiero recomenzar el camino.
Navidad no es tanto luz, color, risa. Navidad es todo un Dios que ha querido nacer en mi pobre portal, que quiere reposar en mis pobres penas, en mis pobres ilusiones, en mi pobre vida. Eres un Dios que quieres nacer en la pobreza. Solo si me reconozco pobre, y estoy dispuesto a que nazcas en mi pobreza, y no la esconde o la disimula, estaré dispuesto a abrir el corazón para que sea Navidad en mí. Señor, sácame de mis extravíos. Quiero ser esa oveja que reconoce su debilidad y hace posible que el milagro de Jesús hecho niño suceda en ella.
“No es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños”
por Álvaro F.
Aquí estamos Jesús a tus pies, un día más. Y ahí estás Tú: tus ojos, mirándonos con ternura; tus labios, sonriéndonos embobados; tus manos, con las llagas, extendidas hacia nosotros. Estás Tú, el Dios del universo, escondido en un hombre de carne y hueso y luego oculto en un trozo de pan con toda tu alma y divinidad, y todo porque nos amas con locura y harías lo que fuera por estar aún más cerca de nosotros.
Ahí estás Jesús, un día más… Ahí estás con todo Tu Amor y sin embargo, todo sigue igual… Corremos de un lado para otro, mirando móviles, organizando planes, enganchados a series, trabajando como locos, dejando aparcados a los que más queremos, agobiados por aparentar, buscando atraer el foco de atención a nosotros, y al final del día, cuando estamos solos, cuando todo se para, nos damos cuenta de que seguimos vacíos, que no somos todo lo felices que deseamos, a pesar de todo lo que hemos hecho, y que ni aún haciendo todo lo que deseamos lo seríamos…
No puede ser Jesús, no puede ser que nuestras vidas no estén llenas de sentido, de felicidad, que no seamos la alegría del mundo; y que a la vez estemos aquí tan bien contigo, y que a la vez, estés Tú aquí mirándonos embobado y demostrándonos con tu presencia real en la Eucaristía que el amor que nos tienes te ha robado hasta el último gramo de cordura. No puedes querernos tanto, no puede ser que estemos tan bien aquí, dejándonos amar por Ti, y que luego quieras para nosotros una vida gris, monótona y tediosa que no nos llena tanto como esto; no es posible, no serías Dios.
Pero lo eres, y quieres una vida plena para nosotros. No es tu deseo que nos perdamos. No es la voluntad de mi Padre que se pierda ni uno de estos pequeños. Imaginaos a un padre con su bebé recién nacido en los brazos, su deseo de que no se pierda no es sólo un deseo de que el bebé no se caiga y se le muera, que también, porque los hombres somos muy patosos; pero su deseo de que no se le pierda va más allá: desea toda la felicidad para él, y si pudiera estaría todo el día abrazándole porque los hombres también somos muy ñoños. Pues imaginaos a Dios; que es más Padre y mejor Padre, nosotros somos sus pequeños, su deseo no es simplemente que no tiremos nuestra vida a la basura, que no nos metamos en las drogas o cosas así, no, no se contenta con eso. Su miedo es que lo tengamos todo, que tengamos mujer, marido; padres, hijos; hermanos, amigos; trabajo y estudio, todo y que sin embargo nuestro corazón esté vacío.
Por eso Dios va detrás de nosotros, persiguiéndonos, ese Dios que nos mira con amor desde la custodia va detrás nuestro enamorado para poder tenernos en sus brazos todo el día, porque eso es lo único que llenará nuestro corazón, nos ha hecho así; y lo único que tenemos que hacer es darnos la vuelta, en medio de todo nuestro ajetreo, admitir que estamos vacíos, darnos cuenta de que somos amados y dejarnos querer por Él. Entonces, nada habrá cambiado, la vida será la misma y sin embargo todo será distinto, distinto en tus brazos Señor.