
Oración por la unidad de los cristianos
Este jueves pasado, 22 de enero, dentro del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, en el Seminario Conciliar de Madrid abrimos las puertas a todos nuestros hermanos cristianos, sin hacer distinción de confesiones, para que pudieran participar de la oración ecuménica de las vísperas presididas por nuestro rector D. José Antonio Álvarez y el obispo de la Iglesia Anglicana en España D. Carlos López Lozano. Para nosotros fue un evento cargado de significado, preparado a fuego lento con las oraciones que habíamos elevado durante toda la semana por la unidad de los cristianos; una oración que hizo que esa tarde, culmen del octavario, fuese un acto, cuanto menos, emocionante.
En procesión solemne salieron de la sacristía los sacerdotes que iban a presidirnos, varios estiramos el cuello para ver por encima de la multitud las vestimentas de nuestros hermanos anglicanos; nos resultaron sorprendentes pero en el fondo parecidas a las de nuestros presbíteros. La atención que prestábamos fue en aumento y alcanzó su clímax cuando D. Carlos, el obispo anglicano, se dirigió al ambón a predicarnos acerca del pasaje del evangelio que habíamos escuchado. Era curioso, un sacerdote de otra confesión, distinta de la Iglesia Católica, pero con Cristo como centro de su fe, nos iba a hablar de Aquel a quien solamente conocíamos desde la perspectiva de nuestra Iglesia. Nos animó a ser como esa gentil que suplica la ayuda del Señor insistentemente, aún cuando el mismo Jesús le dice que ha venido a por las ovejas descarriadas de Israel; teníamos que acudir así a Jesús cuando tuviésemos problemas y no ser como los discípulos que en ocasiones no dejaban acercarse al Señor a quien le buscaba.
En resumen, un mensaje que emanaba de la figura de Cristo y que nos hizo ver que la fuerza del mensaje del Señor apela a todo hombre a lo largo de toda la tierra y de todas las épocas, que es un mensaje que toca lo más profundo de la persona y está en sintonía con los deseos más íntimos de tu corazón, vengas de donde vengas. Así con este sencillo acto, y con la oportunidad de ver a otras personas, fuera de la Iglesia Católica, que se han encontrado con Cristo y han cambiado sus vidas tuvimos una pequeña pero profunda lección de ecumenismo.