El pasado jueves 7 de diciembre tuvo lugar en la capilla del Seminario la inhumación de Ángel Trapero, seminarista mártir durante el periodo de la persecución religiosa española del siglo XX. Ángel Trapero forma parte de la causa de beatificación de hasta once seminaristas y familiares mártires del siglo XX en Madrid, que encabeza Ignacio Aláez Vaquero, también seminarista de Madrid.
En el marco de las Vísperas de la Solemnidad de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, patrona de nuestro Seminario, los restos del siervo de Dios fueron depositados en la capilla del Seminario, bajo el retablo de San Dámaso -segundo patrón del Seminario y papa de los mártires romanos. Asistieron al emotivo acto los Obispos de la Provincia eclesiástica de Madrid y los seminaristas de las tres diócesis madrileñas, junto con los rectores y formadores, así como familiares de Ángel Trapero y de otros seminaristas mártires.
Como es lógico, fue un acto profundamente emotivo para todos los que vivimos en la misma casa en la que hace 80 años habitaron estos testigos de la fe que entregaron su vida hasta el final. Según palabras de nuestro obispo auxiliar Juan Antonio Martínez Camino, Ángel Trapero “volvía a su casa, esperando en ella la resurrección de los muertos”.
Ahora nos toca a nosotros velar los restos mortales de Ángel y honrar su memoria y la de sus compañeros mártires. Él, desde el silencio elocuente de su lápida, nos será siempre recordatorio de que la llamada de Dios es a entregar la vida totalmente por amor. Ángel, un seminarista como nosotros, un joven de 20 años de su tiempo, nos enseña a dar nuestro “sí” definitivo al Señor como él lo hizo: hasta la oblación de la propia vida.
¡Gracias, Señor, por este don tan maravilloso!