El pasado 15 de mayo fuimos invitados a celebrar el día de San Isidro junto con nuestros hermanos seminaristas del Redemptoris Mater, teniendo oportunidad de conocer su Seminario y estrechar la amistad con aquellos que compartiremos en el futuro un mismo presbiterio en la diócesis de Madrid.
La simple acogida que recibimos fue ya una síntesis de lo vivido en esa tarde. Al bajar del autobús impresionó ver a todos los seminaristas cantando y con los brazos abiertos para acogernos. ¿Extraño? No, pues así se tratan los hermanos. Más tarde nos mostraron la capilla y los lugares más significativos del Seminario. Rápidamente, y gracias a las oportunas explicaciones, percibimos la profunda armonía de todo lo que nos rodeaba; nada se había puesto al azar, todo tenía sentido. Nos unimos todos juntos en la oración de las Vísperas y tras la visita compartimos la cena y unos cuantos cantos, que fueron coronados por el himno de la Almudena.
Este encuentro ha sido ocasión de conocernos en otro ambiente distinto al acostumbrado formalismo exigido por las clases. Al terminar, predominaba la satisfacción por ambas partes y el deseo de repetir otra vez este encuentro. Hemos vuelto a experimentar que compartir lo propio abre a la amistad.
Gracias al Rector, formadores y seminaristas del Redemptoris Mater por abrirnos las puertas de su casa y, con ellas, las de sus corazones.