¡Qué triste resulta! ―murmuró Dorian Gray, los ojos todavía fijos en el retrato―. Me haré viejo, horrible, espantoso. Pero este cuadro siempre será joven. Nunca dejará atrás este día de junio… ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el retrato envejeciera! Daría…, ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Daría el alma!
Sin entrar a valorar el cómo hemos llegado aquí, si uno sustituyese el nombre de Dorian Gray por un sustantivo genérico referido a nuestra sociedad actual este texto constituiría un retrato suyo tremendamente lúcido de la misma. No solo lo es este fragmento, sino que toda la figura de Dorian Gray constituye la plasmación del hedonismo que llena nuestro ambiente contemporáneo. O acaso no se ha convertido la máxima “lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos”, o la idea, si aun hubiera un cierto sentido de pecado, de que “la única forma de vencer a la tentaciónes dejándote vencer por ella”, ¿acaso no se ha convertido todo esto en la norma de conducta de nuestra realidad?
Pues bien, El retrato de Dorian Graynos condensa todo esto en una historia de personajes de la alta sociedad londinense de la época victoriana. En este contexto, el protagonista pierde su ingenuidad y gana conciencia sobre su belleza ligada a la juventud, debido a los otros dos personajes principales: Lord Henry Wotton, que induce a Dorian a través de sus conversaciones filosóficas sobre el hedonismo y la brevedad de la juventud, y Basil Hallway, pintor que retrata a Dorian Gray e imprime en este su obsesión y adoración por la belleza del joven.
Dorian Gray se queda pensando en las alabanzas de lord Henry hacia la juventud mientras el pintor Basil Hallway le muestra su retrato terminado y perfecto. Dorian Gray, furioso porque el cuadro se burlaría algún día de su juventud, manifiesta, sin advertirlas consecuencias, la sentencia que haría que el retrato capturase su alma para que él se quedase con la eterna juventud y belleza. Mientras que el joven vive su vida según las máximas ya expuestas, el cuadro va reflejando no solo la degradacion fisica que deberia estar sufriendo, sino que tambien recoge la degradacion moral que va acumulando.
Hay libros que definen y exponen las carencias de ciertas formas de vivir mejor que cualquier sistema filosófico, y no lo hacen sino de la única forma posible: mostrando que vivir eso, para el hombre, es causa de infelicidad. Esto es precisamente lo que consigue enseñarnos, con respecto al hedonismo, Oscar Wilde cuando dejamos el retrato de Dorian Gray despuésde haberlo devorado. El autor consigue esto sirviendose del recurso del cuadro como lienzo donde pintar el estado del alma del protagonista, y así enseñarnos la ponzoña que genera el estilo de vida que va adquiriendo. Como instrumento adicional para comunicar esto, el lenguaje es utilizado de una forma magistral, pues hace uso de un preciosismo decorativo magistral combinado con un tinte decadentista por el tono gótico que adopta, algo que no se hace para nada enfarragoso porque el estilo es enormemente luminoso. Así esta obra, que es ya un clásico moderno, resulta muy constructiva en su historia y muy atractiva por su narrativa; totalmente recomendable por lo tanto.