
Las uvas de la ira, Premio Pulitzer de 1940 y entre las 100 mejores novelas del siglo XX para Le Monde; escrita por John Steinbeck, Premio Nobel de Literatura. La novela de esta semana parece no necesitar más presentación que esta, pero es que encima esta obra esta hoy en día de rabiosa actualidad. Y decimos rabiosa porque da rabia que haya seres humanos muriendo en nuestras orillas del Mediterráneo, igual que durante la Gran Depresión morían en aquellas llanuras de la America profunda a las que nos lleva esta novela.
Tras un gran trabajo a pie de campo como periodista, viviendo como uno más entre los okies, protagonistas de la historia, Steinbeck da a luz a Las uvas de la ira, ambientada en la década de 1930, en medio de la gran crisis económica tras el crac del 29. Sigue las dificultades de la familia Joad en su éxodo desde Oklahoma hacia California en busca de mejores condiciones de vida, condiciones con las que sueñan estos emigrantes pero que se esfumaran al llegar al supuesto paraíso. Steinbeck exalta los valores de la justicia y la dignidad humana en una Norteamérica que vive una etapa de profunda injusticia económica y política.
‘y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia’. Este odio ácido, que provenía de la indignidad de su situación, es lo que Steinbeck veía en los ojos de los emigrantes de su época. Es cierto que aquellos eran otros tiempos, con una mayor precariedad y menos derechos, es cierto que nosotros no percibimos esa crispación en nuestra realidad, pero es igualmente cierto que posiblemente no estemos muy lejos de ella.
Este libro nos introduce de lleno en la realidad dolorosa de ser desalojado de tu casa y tener que emprender la marcha en busca de una vida digna; y lo hace con una prosa fluida y una brillante combinación de cautivadora narración y reflexión profunda que se alternan a lo largo de los capítulos. Con todo ello nos acerca a aquellos contemporáneos nuestros en quien es quien sabrá si esas uvas listas para la vendimia no se adivinan ya en sus ojos…