Dicen que el amor no entiende de edad…, el cine tampoco.
Esta semana os proponemos un clásico entre los clásicos: Testigo de cargo. Esta película de 1957 está dirigido por Billy Wilder (conocido seguramente por “Con faldas y a lo loco”) y basada en la novela homónima de Agatha Christie. Bastaría con estos dos ingredientes para avalar el filme.
¿Qué más decir? Si uno no está habituado al cine clásico, entonces le sorprenderán los brillantes diálogos y las conversaciones tan suculentas, en donde a uno verdaderamente “se le cae la baba”. La actuación es sobresaliente, la dirección también y la narración fluida: uno se ve interesado desde el primer momento y no resulta pesada o aburrida; al contrario, consta de escenas distendidas y graciosas.
El argumento es sencillo: se narra el último caso de un prestigioso abogado londinense, que sale en defensa de un joven individuo al que las pruebas lo tienen contra la pared.
¿Por qué recomendar esta película? Si uno ya está ligeramente aburrido de ver películas que no le aportan nada en absoluto, que le dejan en la mayor de las indiferencias, entonces, vea esta película. No le cambiará la vida, pero sin duda, no la olvidará; la recordará, la verá de nuevo y la película no habrá envejecido.
El cine que no envejece es cine de verdad, cine clásico.