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Oración 09 octubre 2018

EVANGELIO

Del evangelio según san Lucas (10, 38-42):

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»

CANCIONES

 

MEDITACIONES

“Una mujer llamada María le acogió en su casa”

por Enrique A.

“Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, que me amas”.

Marta te recibió en su casa. ¡Cómo cambiaría su vida después de aquel día! Allá donde te dejaban entrar, Señor, llegaba tu vida. Fue como cuando entraste en casa de Zaqueo y exclamaste: “¡Hoy ha llegado la salvación a esta casa!”. La amistad que aquel día comenzó Marta contigo fue la que hizo que acudieras cuando su hermano Lázaro murió y actuaras con poder.
Señor, hoy te pedimos que entres en nuestra vida, que entres hasta la cocina. Que te dejemos entrar en nosotros, en tu templo, en tu casa. Deja que te contemos como es nuestra vida, con su grandeza y su miseria, con nuestros triunfos y fracasos.

Esta noche nos dices con fuerza aquellas palabras del Apocalipsis: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.”


“María ha escogido la mejor parte”

por Arsenio F-M

Pues esta Palabra del Señor se cumple ahora mismo aquí, en la capilla del Seminario Conciliar de Madrid. Hemos escogido la mejor parte, porque encima de este altar, en medio de esas seis velas, dentro de esa Custodia lo que los ojos del cuerpo nos dicen que es pan, los ojos del alma nos aseguran que es Cristo, el Hijo de Dios vivo. Estamos a los pies de Jesús, como María estuvo aquella vez. ¿Nos lo creemos de verdad o todavía dudamos? Auméntanos la fe, Señor, para que cada día seamos más conscientes de tu presencia real entre nosotros.

La Adoración de los martes es un momento especial para todos los que aquí estamos. Venimos a cargar las pilas, a llenarnos del amor de Cristo. Vamos a intentar apartar todo lo que tenemos en la cabeza (tantos ruidos, tantas distracciones, tanta tontería) para mirarle solo a Él. Eso hizo María en este Evangelio, que sólo tenía ojos para su Dios. Señor, te entrego mis alegrías, mis preocupaciones, por supuesto mis pecados, mis sueños, mis cansancios, mis frustraciones, lo que me cuesta, lo que me gustaría que fuera mejor, las personas a las que quiero, el Papa, la Iglesia… Tantas cosas. Cuánto tenemos que pedirle a Dios.

Huyamos de esa tentación mundana de estar todo el día moviéndonos, organizando, planificando, controlando. A ver si con tanto activismo resulta que estamos perdiendo el verdadero sentido de por qué hacemos las cosas. Déjate mirar por Cristo. Su mirada es curativa, cambia vidas, reconstruye lo roto, renueva lo viejo, limpia lo sucio.

Envía, Señor, tu Espíritu Santo desde la Custodia para que pueda llenarme de tu amor y llevárselo a los demás. En esa Custodia está el sentido de nuestra vida, la fuente del mayor consuelo.

Venimos no a dar, sino a recibir. No queramos comprar a Dios con nuestras obras. Dios nos quiere en nuestra debilidad. Aquí no importa mi reputación, ni el postureo, ni el qué dirán. Importa que estoy yo con mi Dios, que me ama infinitamente. Porque para Dios soy lo más importante.

Sin duda hemos escogido la mejor parte, como María. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta.

 

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