Saltar al contenido
Seminario Conciliar de Madrid
  • ¿Quiénes somos?
    • El rector y los formadores
    • Los seminaristas
  • Día a día
    • ¡Ven a adorarle!
    • La revista
    • Nuestra Biblioteca
    • Cine-Sala Toribio
    • Café y Compañía
  • La Vocación
    • Grupo de discernimiento vocacional
    • Testimonios de seminaristas
      • El Fotomatón
    • Testimonios de sacerdotes
    • Preguntas y respuestas
  • Contacto
  • Ayúdanos

Oracion 15 enero 2019

EVANGELIO

Del evangelio según san Marcos(1,21-28):

En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

 

 

MEDITACIONES

“Sé quien eres: el Santo de Dios”

por Rubén V.

Señor gracias por este versículo, que nos muestra quién eres.

Cuántas veces hablo contigo, cuántas veces vengo a misa y qué pocas veces me doy cuenta de tu grandeza con tanta rutina.

Hoy un demonio me ha dejado fatal. Un demonio que esta en guerra contigo te llama Santo de Dios, te reconoce perfectamente y yo que vivo en un Seminario, que me he entregado a Ti para ser sacerdote, que vengo todos los días hablar contigo, que a menudo te doy gracias y que te pido perdón, me doy cuenta de que eres más grande de lo que imagino. Y muchas veces hasta me pasas desapercibido en mi vida cotidiana: las clases, el estudio, el trato con mis hermanos, la vida pastoral… Eres el Santo de Dios y con frecuencia te tengo rutinizado o te busco solo para mis cosas, mis intereses, mis gustos.

Señor Jesús hoy te pido que me des la gracia de servirte, de tratarte con respeto, amarte e imitarte. Hoy me doy cuenta de que a veces te intento hacer a medida, pero yo no soy quien te tiene que hacer a medida, sino que tú tienes que ser la medida de mi vida. Sólo me pides que te siga y que me parezca más a ti, pues Tú eres perfecto y yo un hombre pecador que tiene mucho camino por delante, pero que está dispuesto a seguirte para aprender de Ti, pues eres el Santo de Dios.


“María ha escogido la mejor parte”

por Arsenio F-M.

Qué lejos está tu autoridad, Señor, de la idea que muchas veces tenemos. La imaginamos como poder, como cargo, como imposición: “haz esto, pórtate así, sé de esta manera, no digas, no pienses, no actúes, cambia tu actitud, conviértete ya”. Y nos acabamos creyendo que eres un Dios antipático y desagradable. Y que la religión solo son normas e imposiciones. Y que en el fondo los cristianos somos gente reprimida y apocada. Así no hay manera de vivir con alegría la fe y tampoco de evangelizar a nadie. Ya dijo el Papa Francisco que el cristianismo se expande no por imposición, sino por atracción.

Tu autoridad no es el dominio, ni los malos modos, ni las exigencias, ni los rigorismos sino el amor infinito que me tienes. Por eso tus palabras son importantes para mí, porque sé que me amas: cuando lo he pasado mal, cuando me he sentido vacío, cuando he tenido ganas de tirar la toalla, cuando me han rechazado, cuando he fracasado, ahí has estado Tú. Muchas veces me he roto por dentro y Tú me has sostenido en mi debilidad. Por eso tienes autoridad sobre mi vida, porque me has demostrado que siempre podré contar contigo. Tienes autoridad porque tus obras hablan todavía más alto que tus palabras, porque mientras el mundo me juzga, me etiqueta, incluso a veces me condena, tú siempre me perdonas.

Señor, concédeme que no te quite la autoridad, que no entren competidores tuyos en mi vida: lo fácil, la comodidad, el qué dirán, el egocentrismo… Ayúdame a experimentar tu autoridad en el silencio de la oración, cuando comulgo, a través de la confesión, por medio de un sacerdote que me acompaña, con la cercanía de la gente que me quiere. Señor, concédeme enamorarme de tu autoridad, porque tienes palabras de vida eterna y porque pasarán el cielo y la tierra, pero no tus palabras. Que esa autoridad de quien me ama con locura me lleve a dar la vida sin condiciones.
Que tenga una disponibilidad absoluta al proyecto que tienes sobre mí. No soy dueño de escribir mi historia. Escríbela tú con tu autoridad, la autoridad que da el amor, jamás el temor.

 


 

Seminario de Madrid

Seminario de Madrid

¡Síguenos en redes sociales! →

facebook-logo   logo-youtube   logo-de-insta

Política de Privacidad
Aviso Legal
Política de Cookies
Tema de Colorlib. Funciona con WordPress.