EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según sanMarcos (3,31-35):
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenia sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».
CANCIONES
MEDITACIONES
“El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”
por Enrique A.
“Señor mío y Dios mío, hermano mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, que me amas.
Jesús, hoy me dices que soy tu hermano. Qué gran alegría y a la vez como me estremecen estas palabras. ¿yo? ¿hermano tuyo? La gente que te rodeaba y te escuchaba veía admirada como tu enseñanza iba más allá de unas meras palabras. Tu Evangelio implicaba acogerte a Ti por entero. Así, Señor, me llamas a ser tu hermano, a hacer tu voluntad hoy, en este hoy.
Esto lo remarcó el Papa Francisco el domingo en la homilía a los jóvenes en Panamá cuando dijo: “Jesús revela el ahora de Dios que sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de «llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor» (cf. Lc 4,18-19). Es el ahora de Dios que con Jesús se hace presente, se hace rostro, carne, amor de misericordia que no espera situaciones ideales, situaciones perfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización. Él es el tiempo de Dios que hace justa y oportuna cada situación, cada espacio. En Jesús se inicia y se hace vida el futuro prometido. ¿Cuándo? Ahora.”
Jesús, ayúdame a dejarte ser hoy mi hermano, mi familia.
Como decía el Padre Arrupe en una oración que dirigió el domingo el Papa a los jóvenes “¡Enamórate! Nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón, y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.