NUESTRA HISTORIA
“Un pueblo que olvida su pasado no tiene futuro”
El Papa Francisco parafraseaba a Winston Churchill con esta máxima de gran actualidad. Los seminaristas solo seremos hijos fieles del esfuerzo de tantos sacerdotes, y de los sueños de tantos jóvenes que nos han precedido, si conocemos los vericuetos históricos por los que discurrió el amor a Cristo que en ambos casos animó a los que vivieron aquí antes que nosotros.
En nuestros orígenes, recientes como los de la diócesis de Madrid (1885), está el deseo del que fuera nuestro primer obispo, D. Narciso Martínez, de organizar un Seminario “cuanto antes y como fuera”. Así, mientras se buscaba el lugar ideal para construirlo, el Seminario se localizó temporalmente en el desván del palacio episcopal. El carácter transitorio del emplazamiento no dice nada de la vitalidad del nuevo Seminario, que en el año 1891 contaba ya con 56 seminaristas internos y otros 340 externos. Finalmente, en 1899 se dio con el ruinoso palacio de los duques de Osuna en el campo de las Vistillas. Tras su derribo se procedió a iniciar la construcción del actual edificio, inaugurado en 1906 y considerado por sus instalaciones el mejor seminario de España en aquel momento.
A partir de aquí las ilusiones sacerdotales de tantos jóvenes, de sus formadores y sus obispos se vieron encauzadas por los medios adecuados, y empezaron a cristalizarse en los primeros frutos. Fueron surgiendo sucesivamente diversas facultades y cátedras para la formación de los futuros sacerdotes, surgió la primera revista, se iniciaron catequesis dominicales en el barrio, se creó la Schola Cantorum. Alrededor del Seminario se desarrolló una importante labor vocacional que llevó a añadir una nueva ala al edificio en 1934 para albergar a los numerosos seminaristas. Pero el fruto más granado se cosechó durante la Guerra Civil, con los seminaristas refugiados en sus casas y el edificio convertido en Cuartel General de las tropas republicanas del frente del Manzanares. En el transcurso de la guerra dieron la vida por su fe, y en particular por su vocación, 17 seminaristas de Madrid (los restos de uno de ellos descansan actualmente en nuestra capilla) y 2 de sus profesores.
A la vuelta de la guerra el Seminario retomó su actividad y rápidamente volvió a la normalidad. Se construyó en 1948 el Seminario Menor, se creó el Día del Seminario, y ya más adelante, a la vuelta de la experimentación post conciliar, que supuso el residir fuera del Seminario en “comunidades de barrio”, se erigió en 1996 la actual Facultad de Teología “San Dámaso”.
“El Seminario es el corazón de la Diócesis”